LN Granada

Supersubmarina





Anchorage

Michelle Shocked


Anchorage

I took time out to write to my old friend
I walked across that burning bridge
Mailed my letter off to Dallas
But her reply came from Anchorage, Alaska

[She said]
"Hey girl, it's about time you wrote
It's been over two years you know, my old friend
Take me back to the days of the foreign telegrams
And the all-night rock and rollin'... hey Shell
We was wild then

Hey Shell, you know it's kind of funny
Texas always seemed so big
But you know you're in the largest state in the union
When you're anchored down in Anchorage

Hey Girl, I think the last time I saw you
Was on me and Leroy's wedding day
What was the name of that love song they played?
I forgot how it goes
I don't recall how it goes

Anchorage
Anchored down in Anchorage

Leroy got a better job so we moved
Kevin lost a tooth now he's started school
I got a brand new eight month old baby girl
I sound like a housewife
Hey Shell, I think I'm a housewife

Hey Girl, what's it like to be in New York?
New York City - imagine that!
Tell me, what's it like to be a skateboard punk rocker?

Leroy says "Send a picture"
Leroy says "Hello"
Leroy says "Oh, keep on rocking, girl"
"yeah, keep on rocking"

Hey Shell, you know it's kind of funny
Texas always seemed so big
But you know you're in the largest state in the union
When you're anchored down in Anchorage
Oh, Anchorage
Anchored down in Anchorage
Oh, Anchorage

A poem is a city

Charles Bukowski

A poem is a city filled with streets and sewers
filled with saints, heroes, beggars, madmen,
filled with banality and booze,
filled with rain and thunder and periods of
drought, a poem is a city at war,
a poem is a city asking a clock why,
a poem is a city burning,
a poem is a city under guns
its barbershops filled with cynical drunks,
a poem is a city where God rides naked
through the streets like Lady Godiva,
where dogs bark at night, and chase away
the flag; a poem is a city of poets,
most of them quite similar
and envious and bitter...
a poem is this city now,
50 miles from nowhere,
9:09 in the morning,
the taste of liquor and cigarettes,
no police, no lovers, walking the streets,
this poem, this city, closing its doors,
barricaded, almost empty,
mournful without tears, aging without pity,
the hardrock mountains,
the ocean like a lavender flame,
a moon destitute of greatness,
a small music from broken windows...

a poem is a city, a poem is a nation,
a poem is the world...

and now I stick this under glass
for the mad editor's scrutiny,
the night is elsewhere
and faint gray ladies stand in line,
dog follows dog to estuary,
the trumpets bring on gallows
as small men rant at things
they cannot do.

Charles Bukowski


Harar. Hacia 1884. Un kílim para Valentín Albardíaz

Juan Carlos Friebe

Cruzo un desierto y su secreta
desolación sin nombre
José Ángel Valente

¿Qué hago aquí?
Rimbaud escribiendo a casa desde Etiopía


La verdad es una cambiante
duna.

Jamás permanece quieta. A veces parece oculta

y luego avanza o retrocede, se amontona o se dispersa
tras un gélido velo de tórrida arena.

El viento da forma a la tierra
menuda
y dibuja al desierto el perfil de una
Luna.

Caravanas de sal atraviesan Harar somnolientas. Los camellos portan harina de tef, el ganado jadea cargado con fardos de sed, de cuero y de avena.

Rodeada de altos muros la ciudad
aúlla.

El viento teje su canto para la media
Luna.

Tras los gigantes portones manadas de hienas. Desde cien alminares voces amarillentas. Bajo tupidos toldos raídos muestras de livianas sedas.

Rodeada de altos muros Harar
aúlla.

El viento le enhebra un hilo de oro a su finísima aguja.

En los puestos de carne alimañas inquietas aguardan despojos que tiñan sus alas de sangre y de polvo de alheña.

El viento devana su madeja de lana a la
Luna.

y susurra a la tarde una nana en su
cuna.
Los mercaderes vociferan gangas con enormes bocas grotescas que otras voces acallan con

 gritosquesefundenyconfundenysenezclanyentremezclan.

En capazos de palma intensas fragancias de especias. Exhalaciones de ébano, fugaces esencias que se pierden, lentamente, por tortuosas callejuelas.

El viento le susurra al desierto la forma de una duna

nueva.

Incandescente carbón el Sol abrasa la ciudad polvorienta. Junto al mercado las casas relucen de pura desnuda piedra.

La Luna susurra al desierto la canción de la luna

nueva,

y se mece en el viento que la trae y la

lleva,

la trae y la lleva,

la trae y la lleva                        

la trae y la lleva.

En los patios las mujeres criban el grano sobre humildes esteras. Las niñas tienden sábanas y lutos de cal viva las viejas. Las máquinas de coser, adentro, con mecánica monotonía

traquetean,
traquetean                                                                                       
traquetean,                     
traquetean...                                    

Manos curtidas en mimbres tejen tramas y urdimbres en el telar de madera, y alfombras de nudo con lana de oveja. Plegadores y enjulios, pedales y ruedas, hileras de ásperos ocres destrenzan y trenzan secretos motivos,

laberinto de tiempo y de arena.

El viento teje un kílim para la media

Luna.

y una duna cambiante con lentos hilos de

seda.

Juan Carlos Friebe
Antagonía


Copenhague

Vetusta Morla





El corría, nunca le enseñaron a andar,
se fue tras luces pálidas.
Ella huía de espejismos y horas de más.
Aeropuertos. Unos vienen, otros se van,
igual que Alicia sin ciudad.

El valor para marcharse,
el miedo a llegar.

Llueve en el canal, la corriente enseña
el camino hacia el mar.
Todos duermen ya.

Dejarse llevar suena demasiado bien.
Jugar al azar,
nunca saber dónde puedes terminar...
o empezar.

Un instante mientras los turistas se van.
Un tren de madrugada
consiguió trazar
la frontera entre siempre o jamás.

Llueve en el canal, la corriente enseña
el camino hacia el mar.
Todos duermen ya.

Dejarse llevar suena demasiado bien.
Jugar al azar,
nunca saber dónde puedes terminar...
o empezar.

Ella duerme tras el vendaval.
No se quitó la ropa.
Sueña con despertar
en otro tiempo y en otra ciudad.

Dejarse llevar suena demasiado bien.
Jugar al azar,
nunca saber dónde puedes terminar...
o empezar.



Persistencia del olvido

Felipe Benítez Reyes

Recuerdo una ciudad como recuerdo un cuerpo.
Caía ya la luz sobre las calles
ya caía en tu cuerpo
-en un hotel oscuro, o en no sé
qué habitación sin muebles de no sé
qué ciudad- la luz agonizante
de velas encendidas.
Un temblor
de velas, o un temblor de árboles,
en el otoño sucedía  -no lo sé-
en la ciudad que no recuerdo
-ya esa desmemoriada sensación
de haber estado allí, ignoro adónde,
con alguien que no sé,
quizás en la ciudad que siempre olvido.

Tal vez era la lluvia: mi pasado
ocupa un escenario de calles desoladas.
Sin duda era la lluvia golpeando
los cristales de un taxi, con alguien a mi lado,
con alguien que ha perdido
sus rasgos con el tiempo.
O era yo
-no lo sé-, tal vez yo mismo
reflejado en cristales mojados por la lluvia.
Quizás era en verano, no recuerdo,
y era otra ciudad la que ahora olvido.
Una ciudad con bares junto al mar,
donde tú nunca estabas.
No sé bien
qué ciudad era aquélla en que la luz
tenía la apariencia de una flor abrasada,
pero tus manos frías estaban en mis manos,
tal vez en algún cine con palcos de oro viejo,
en su caliente oscuridad.
Una ciudad
se vive como un cuerpo,
se olvida como él.
Posiblemente
ahora evoco ciudades que existieron
al lado de esos cuerpos que existieron
en ciudades que existen tal vez en el olvido.
Que deben existir, pero no sé.

Daphne en Skagen

Benjamín Prado

Tú eras esta ciudad sepultada en las dunas,
su campanario blanco,
su Cielo sin Infierno,
su mundo sin caminos.

Tú eras el bosque rojo,
la canción de los búhos,
los alces que se acercan a las casas de Højen
para hacernos pensar en la nieve y en Pasternak,
para hacernos pensar en la muerte y la vida.

Hoy vuelvo a Skagen,
miro su sol del Norte,
los dos mares que se unen en el cabo de Grenen
igual que acero y plomo en una espada.

Tienes que imaginar que han pasado los años,
tú ya no estás
y yo voy a escribir:
- Hoy te he visto en la torre ciega de Sct. Laurentii,
en la casa de Ancher, en el Strandhotellet,
junto al faro de Grå.

- Hoy te he visto en la tumba verde de Holger Drachmann,
te he visto en la colina de Sømærket,
te he visto en el desierto de Sandmilen.

Tienes que imaginar
que esto no ocurre ahora:
estamos en Skagen y todo es como siempre,
el sendero a Tre Søstre,
la luz suave,
la arena en forma de delfin dormido.

Hoy
estabas
aquí,
lejos, a nuestro lado.

Benjamín Prado
Iceberg