Juan Carlos Friebe
Cruzo un desierto y su secreta
desolación sin nombre
José Ángel Valente
¿Qué hago aquí?
Rimbaud escribiendo a casa desde Etiopía
duna.
Jamás permanece quieta. A veces parece oculta
y luego avanza o retrocede, se amontona o se dispersa
tras un gélido velo de tórrida arena.
El viento da forma a la tierra
menuda
y dibuja al desierto el perfil de una
Luna.
Caravanas de sal atraviesan Harar somnolientas. Los camellos portan harina de tef, el ganado jadea cargado con fardos de sed, de cuero y de avena.
Rodeada de altos muros la ciudad
aúlla.
El viento teje su canto para la media
Luna.
Tras los gigantes portones manadas de hienas. Desde cien alminares voces amarillentas. Bajo tupidos toldos raídos muestras de livianas sedas.
Rodeada de altos muros Harar
aúlla.
El viento le enhebra un hilo de oro a su finísima aguja.
En los puestos de carne alimañas inquietas aguardan despojos que tiñan sus alas de sangre y de polvo de alheña.
El viento devana su madeja de lana a la
Luna.
y susurra a la tarde una nana en su
cuna.
Los mercaderes vociferan gangas con enormes bocas grotescas que otras voces acallan con
gritosquesefundenyconfundenysenezclanyentremezclan.
En capazos de palma intensas fragancias de especias. Exhalaciones de ébano, fugaces esencias que se pierden, lentamente, por tortuosas callejuelas.
El viento le susurra al desierto la forma de una duna
nueva.
Incandescente carbón el Sol abrasa la ciudad polvorienta. Junto al mercado las casas relucen de pura desnuda piedra.
La Luna susurra al desierto la canción de la luna
nueva,
y se mece en el viento que la trae y la
lleva,
la trae y la lleva,
la trae y la lleva
la trae y la lleva.
En los patios las mujeres criban el grano sobre humildes esteras. Las niñas tienden sábanas y lutos de cal viva las viejas. Las máquinas de coser, adentro, con mecánica monotonía
traquetean,
traquetean
traquetean,
traquetean...
Manos curtidas en mimbres tejen tramas y urdimbres en el telar de madera, y alfombras de nudo con lana de oveja. Plegadores y enjulios, pedales y ruedas, hileras de ásperos ocres destrenzan y trenzan secretos motivos,
El viento teje un kílim para la media
Luna.
y una duna cambiante con lentos hilos de
seda.
Juan Carlos Friebe
Antagonía