Juan Lamillar
Puede que sea Lisboa tu voluntad perdida,
la ciudad entre salmos que continúa llamándote.
sé que regresarás, solitario y vencido,
perdiéndote en Alfama, como si nunca
hubieses transitado su laberinto humilde.
¿Recuerdas, además de azulejos y tranvías,
el acordeón suplicante de aquel ciego,
sorpresa hiriente en los pasillos grises
del metro, allá en la Baixa?
Arrasaba su música el silencio de estío
y la canción vulgar sonaba por solas galerías,
Subir hacia la luz significó aquel día
abandonar a Orfeo a su doble tiniebla.
Juan Lamillar
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